martes, 8 de enero de 2008

8 de enero. El "annus horribilis" del Rey

Portada de "El Jueves" de la semana pasada. Todo un memorandum del año.

A lo largo de su reinado, que lleva ya treinta y dos años, el Rey Juan Carlos I ha recibido constantes muestras de afecto y el apoyo de los suyos, así como numerosos premios nacionales e internacionales. Fue investido Doctor Honoris Causa por una treintena de universidades españolas y extranjeras, pero su figura ha sido, en algunos momentos, igualmente atacada y contestada por diversos organismos y personalidades. Y aunque se precie de que nadie le haya puesto realmente en peligro, las constantes y laceradas críticas de este último año, alguna de las cuales le molestaron y preocuparon, han escorado a la Corona a la defensiva.

El “annus horribilis”empezó el 7 de febrero del 2007, coincidiendo con la muerte inesperada de Erika Ortiz, la menor de las hermanas de la princesa de Asturias, por ingestión de pastillas. La familia Ortiz y la familia real pidieron “respeto y prudencia” sobre ese trágico fallecimiento que cogió por sorpresa a todos. La Reina suspendió el viaje de Indonesia a Camboya y volvió de inmediato a España para asistir el entierro. El Rey, en esos momentos en Alemania, no quiso renunciar a recibir el premio alemán de los medios de Comunicación por méritos de su vida y obra. y continuó su visita. Sin palabras ni explicaciones al respecto, la propia Zarzuela no supo cómo explicar lo ocurrido. La muerte pilló a todos en fuera de juego.

Los sinsabores para la Corona continuaron cinco meses más tarde, cuando salió una portada de la revista satírica “El Jueves” que mostraba un dibujo de los Príncipes, desnudos, con un satírico comentario. Su secuestro fue calificado de "anacrónico" e "inútil". Para el director de la revista “el secuestro de publicaciones en la época de Internet y de las nuevas tecnologías es perfectamente inútil y contraproducente para los fines que pretende: amparar supuestos derechos vulnerados (...) y no es sostenible que la utilización satírica de personajes reales deba caer bajo la férula del Código Penal”. La Casa Real se excusó con que no había solicitado la denuncia y negó que tuviera conocimiento previo de la iniciativa de la Fiscalía. Sin embargo, el juez Del Olmo concluyó que "se trataba de una caricatura que afecta al honor y al núcleo íntimo de la dignidad de las personas que en la misma se ven representadas y que resulta innecesaria y desproporcionada para la formación de la opinión pública". Y el juez Vázquez Honrubia condenó a multas de 3000 euros a los autores, al considerarles "responsables de un delito de injurias al Príncipe".

No obstante, las críticas y manifestaciones contra la familia real no cesaron, y, a medida que pasaban los meses, se extendieron por todo el territorio. De ser la figura más carismática de España, don Juan Carlos se convirtió en la pieza a batir. “¿Ha llegado un vendaval de republicanismo a nuestras fronteras –se preguntaba Fernando Jáuregui en Diario Crítico– No es la primera vez que se produce un cierto movimiento, soterrado, que busca la abdicación del Rey.... Pero ¿quién vuelve a estar interesado en desgastar la figura de Don Juan Carlos y por qué?... Quienes quieren una cesión de la Corona a favor del heredero, ¿piensan en que es necesario consolidar entre los españoles la figura de Don Felipe de Borbón o buscan algo más, acaso un cambio radical en el sistema? Las preguntas tienen, desde luego, su calado...”.

En septiembre llegaron los actos de sabotaje y quemaron la figura real en varios municipios catalanes. Aunque el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, quien visitaba el 8 de octubre la Zarzuela, aseguraba que "el rey está más molesto" con las críticas "ultras" de la derecha y de la extrema derecha que con las quemas de fotos de independentistas. En un almuerzo en el Palacio Real, la víspera de la Fiesta Nacional, Esperanza Aguirre y el Rey discuten por culpa del periodista Jiménez Losantos. La presidenta de la Comunidad de Madrid le solicita un trato más humano para el locutor de la COPE, quien había pedido en repetidas ocasiones la abdicación del Rey. “Es intolerable –le contesta el Rey, un tanto airado–. Yo no tengo problemas en recibir a la gente. Pero es a mí a quien tiene que dar un trato humano”.

En la cumbre iberoamericana celebrada en Chile, en noviembre, el Rey pronuncia una frase que da la vuelta al mundo ¿Por qué no te callas” espeta a Hugo Chávez. Es la respuesta a las descalificaciones del presidente venezolano contra el ex presidente Aznar, a quien trata de fascista. Una respuesta real no valorada por todos por igual. Para muchos, pilló un cabreo que hizo fortuna. Para otros, se salió estrepitosamente de su cauce, meando fuera del tiesto. Y para acabar el “annus terribilis”, Marichalar se separa de la hija del Rey. La Zarzuela confirma la separación a rebufo de la pelea con Chávez, aunque precisa que “ni se divorcian ni se separan”. Y pide, una vez más, que se respete la intimidad de los duques.

Carmen Enríquez, coordinadora durante más de tres lustros de la información de la Casa Real en TVE, opina que quizás sea un poco exagerado usar ese término tan apocalíptico para describir la cadena de sucesos desgraciados que se han ido produciendo en los últimos meses. Pero, realmente, “es la primera vez que se juntan tal cantidad de hechos negativos que hacen pensar que esa famosa ‘baraka’ atribuida a don Juan Carlos está empezando a abandonarle”. Enríquez cree que “las cosas están como están y que la vida demuestra que siempre son susceptibles de empeorar. Por eso –concluye la periodista–, la única solución es que los responsables del Palacio de la Zarzuela se den cuenta de que hay que reaccionar y que no se puede seguir viviendo de las rentas. Hay que diseñar una auténtica estrategia para que la Monarquía supere este bache y no se tire por la borda lo conseguido por una institución que ha servido de referencia en todo el mundo”.

Iñaki Anasagasti, más críticos con el Rey, escribe, al verlo y oírlo en la pantalla de televisión en la noche de Navidad: “No dijo nada nuevo, salvo repetir la colección de tópicos al uso. Por no decir, no dijo ni una palabra en gallego, catalán o euskera, aunque sí reconoció que vivimos en un estado de “gran riqueza lingüística”. Si esto es así ¿le costaba tanto decir Zorionak, Boas Festas, Bon Nadal? Pues parece que sí”. Y el senador del PNV, que presentara a la familia real como “pandilla de vagos” a los que no se puede tocar “ni con el pétalo de una rosa”, confirma su disconformidad.

(Mañana, continuará: Un año que comienza con pompas)

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