viernes, 3 de octubre de 2008

3 de octubre. "La Bolsa o la vida".


Dicen que las bolsas de valores, a largo plazo, fortalecen el mercado de capitales e impulsan el desarrollo económico de los países donde funcionan. Sin embargo, a veces, en casos donde el control es nulo, pueden conducir a catástrofes financieras como sucedió en EEUU (1929 y 2008). Estos últimos días hay muchos nervios, gritos y terror en el parqué de la bolsas españolas, sin duda provocados por la situación del mercado nacional e internacional, hostigada a la vez por el curso de los acontecimientos mercantiles y empresariales adversos. Veamos, por ejemplo lo que ocurre a nuestro alrededor más cercano.

“La Gaceta de los negocios” del pasado 30 de septiembre publicaba un diagnóstico de las principales empresas que operan en España y las claves y retos de los 3.000 ejecutivos que más mandan. La opinión de los directivos confirmaba la mala previsión de la mayoría de productos españoles. Por ejemplo, las producciones de las casas de vehículos durante los primeros ocho meses del año habían crecido un 3,6 % menos. Algunos presidentes, como José Luis Feito, de ASETA, apuntan una caída en torno al 3 % en la utilización de autopistas de peaje. Pedro Pablo Villasante, secretario general de la Banca, señalan su creencia de que, si bien España se encuentra en situación de fuerte crisis, el sector está preparado para enfrentarse a un entorno más difícil. Otros preven que empresas como la de ventas de bebidas espiritosas sufrirán este año una caída del 5 %. El consumo de cemento se enfrenta a un ajuste de sus cifras después de 10 años de bonanza. El horizonte para los que buscan empleo se presenta poco halagueño. La desaceleración se alterna con la morosidad de los créditos al consumo. En fin, para qué seguir.

Rafael Calvo Rodríguez, presidente de la Federación de Industrias del calzado, opina que el batacazo podría haber sido peor. Y Juan Carlos Falantes Estévez, de la Asociación General de Empresas de publicidad, que la demanda se contrajo desde el primer día de enero de este año y prevee una evolución negativa con una caída muy próxima a los dos dígitos. Pero hay también algunas excepciones que confirman esta regla. Como la telefonía móvil, la industria farmacéutica, la distribución alimentaria de Mercadona y Carrefour, que se comió cantidad de pequeños comercios, la Asociación de Empresas de Consultoría, la auditoría legal, que este año y el siguiente podría crecer unos seis puntos, los despachos de abogados de mayor tamaño, que han crecido por encima de la media, los cazatalentos, cuyo sector vive momentos de esplendor…

Y la Bolsa, ¿cómo se ha comportado con esta crisis que sigue galopando? Renqueante, humeante y saltarina de un país a otro, provocada y asustada ante el grito de maleantes: “La Bolsa o la vida”. Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001, dice que la crisis de Wall Street pone de manifiesto que el modelo de fundamentalismo de mercado no funciona. Y critica la complejidad de los productos financieros que han provocado la crisis y los incentivos al riesgo de los sistemas de retribución de los directivos. “La Bolsa –decía John Kennedy– es un juego que consiste en ir pasando de unos a otros una cerilla encendida, hasta que llega a uno que se quema los dedos”. Todo ello se comprende perfectamente al escuchar una conversación mantenida por dos humoristas, John Bird y John Fortune, en el sketch “la última risa”. Uno de ellos representa a un periodista que hace preguntas y el otro, a un experimentado profesional de las finanzas. Ambos personajes hablan del por qué de la crisis y del mercado internacional, de los “brokers” cuyo trabajo consiste en gritar: “¡Compra!”, si todo va bien; pero, si la cosa se tuerce, rectifican con la misma convicción: “¡Vende!”. Entrevistador y entrevistado parodian a los que mandan en la Bolsa y ridiculizan el trabajo de los grandes inversores que intentan siempre tener la sartén por el mango.

Te invitamos a pinchar este vídeo que no tiene desperdicio y que ayuda a comprender los intríngulis de la Bolsa y las bases sobre las que se ha edificado nuestro futuro. Ya lo decía Groucho Marx: “¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!”

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