jueves, 2 de septiembre de 2010

El escroto del violonchelista y otras ficciones.


Mstislav Rostropovich, ruso, en un concierto en la Casa Blanca.


Pau Casal, catalán, uno de los mejores violonchelistas de todos los tiempos.


El 11 de mayo de 1974, el British Medical Journal (BMJ) publicaba una escueta carta al director firmada por J. M. Murphy, de Gloucester, Reino Unido, sobre lo que él describía como “el escroto del chelista”. En ella, el autor escribía el caso de un violonchelista profesional que tocaba su instrumento varias horas al día y por ello sufría en el escroto una “irritación debida al contacto con el cuerpo del chelo”. La carta también mencionaba el pezón de guitarrista, otra enfermedad musical descrita por P. Curtis, un mes antes, en las páginas de la publicación. En este caso, los pezones de tres aprendices de guitarra clásica parecían inflamarse al contacto con la caja de resonancia. Dos de las pacientes eran diestras y presentaban una mastitis en su pecho derecho, mientras otra zurda sufría la inflamación en el lado contrario. “Cuando se interrumpió el uso de la guitarra –comentaba Curtis– la mastitis desapareció”.

Diecisiete años más tarde, un médico y violonchelista escribía al BMJ para “cuestionar” que existiese tal enfermedad. “Es inexplicable –confesaba–. Cuando se toma el chelo en la postura normal, el cuerpo del instrumento no está cerca del escroto”. No hubo constancia de nuevos casos hasta diciembre de 2008, cuando dos médicos incluían el escroto de chelista en su exhaustiva revisión de dolencias musicales como la barbilla de flautista, el cuello de violinista o el síndrome de Satchmo, que hace referencia a Louis Satchelmouth Armstrong y su esfínter bucal lesionado. El artículo estaba datado en el Hospital General de Norte, Sheffield, Reino Unido, donde trabajaban ambos médicos. Un mes después, el escroto de chelista irrumpía en el campo de la ficción. “Quizás, tras estos 34 años –decía una nueva misiva al BMJ–, sea el momento de confesar que nos inventamos el escroto de chelista”. La autora de esta carta era Elaine Murphy, doctora, política, baronesa y actual miembro de la Cámara de los Lores. Murphy y su marido, que ostentaba una cervecería en el condado de Suffolk, explicaban que la razón de su invento fue su convicción de que el pezón de guitarrista es también una broma. Incluso confiesan haber escrito una carta privada al autor que describió aquella enfermedad, quien contestó que no había oído habla nunca de ella, algo que interpretaron como un nuevo chiste.

Una corrección firmada por el BMJ cambia todas las referencias al escroto de chelista y advierte de que se trata de un engaño. Hoy, un grupo de fans en Facebook aún recuerda la enfermedad. Pero numerosos músicos advierten de la imposibilidad de este mal, puesto que la única parte del cuerpo que está en contacto con el instrumento – (aparte de la mano) es el pecho, donde se apoya la parte superior de la caja. Y lo que más duele del chelo es, según un profesional de este instrumento, “cuando se introduce el uso del pulgar, hasta que se hace callo; aparte de los dolores de espalda fruto de una mala postura, claro. Estas cosas no son de risa, las lesiones profesionales de los músicos ya son lo suficientemente numerosas y dolorosas como para encima inventarse más…”

El canto de los pájaros o El cant dels Ocells en la interpretación de Pau Casals

1 comentario:

Anónimo dijo...

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