domingo, 27 de febrero de 2011

El coronel Gadafi, dispuesto a morir matando.



Ya lo predijo el dictador el martes pasado, tras agravarse la situación de su régimen y advertir de una posible guerra civil. No dudó en mandar a la aviación militar leal a bombardear a los manifestantes opositores en la capital de Trípoli, blindada por el Ejército y por varios centenares de mercenarios africanos contratados, lo que provocó centenares de muertos. No se sabía exactamente de dónde procedían, pero, en los últimos días, varios aviones aterrizaron en la capital Libia con cientos de ellos de varios países africanos a bordo. Disparaban indiscriminadamente a la gente, cuando el Ejército se negaba a hacerlo. Atrincherado, blindado e instalado en la base militar Bab Al Asisiya, el dictador resistía y estaba dispuesto a ir a por todas. Amenazó con masacrar a los manifestantes rebeldes, intensificando la matanza indiscriminada con tiroteos y bombardeos, mientras que el Ministro del Interior y general del Ejército anunciaba su dimisión para unirse a la “Revolución 17 de Febrero”. Y, ante las últimas locuras del régimen, Abdel Fattah Younes al Abidi había optado por unirse a la rebelión del pueblo, haciendo una llamada al Ejército para invitarle a hacer lo mismo. El coronel que dirigía el país con mano de hierro, basándose en el panarabismo, el socialismo y la democracia directa, ofreció a los suyos una considerable subida del sueldo medio a cambio de que cesasen las revueltas. Pero éstas, lejos de desaparecer, seguían creciendo y aumentado el número de muertos provocados por la represión. Y el coronel Gadafi optó por atrincherarse en un cuartel militar de Trípoli, endureciendo su discurso y su decisión y lanzando una sangrienta represión sobre su pueblo. Ya lo había advertido a todos: Él no era Ben Alí ni Mubarak y de salir, sólo lo sacarían con los pies por delante.


Arengando a los suyos, con su Libro Verde entreabierto, Gadafi reconoce: “No soy un presidente que pueda dimitir. Moriré como mártir, como mi abuelo”.


Era patente el número de muertos y heridos provocados por la implacable fuerza de castigo, pero los manifestantes opositores, apoyados por militares, embajadores y altos funcionarios libios dimitidos, encabezados por el ministro de Interior y el embajador en Washington, era cada vez más numerosos. En la zona controlada por él y su régimen desafiante, Muammar el Gadafi, había advertido que no se irá de Libia y que estaba dispuesto a morir matando. “Ni saldré del país, ni dejaré el poder, ni habrá perdón para los 'ratones' alborotadores, ebrios de drogas y de alcohol –decía en un tono alterado y desafiante–. Yo voy a morir aquí, también como mártir”. Era el tema central de su discurso en su reaparición pública, después de los gravísimos disturbios de Trípoli y Bengasi. No habría según él, cambio pacífico en Libia como lo hubo en Egipto y Túnez. Por el contrario, anunció un río de sangre para los 'drogadictos' que, según él, se han levantado en Trípoli bajo el mandato de Bin Laden. Cualquiera que atentase contra la integridad Libia sería ejecutado. El líder libio reaparecía ante las cámaras de la televisión nacional, desde el Palacio bombardeado por Estados Unidos, en 1986, en el que murieran algunos de sus hijos. Y advertía a la Nación que “la revolución Libia” sigue viva y que quienes se están manifestando en Trípoli o Bengasi son “jóvenes de 16 ó 17 años que imitan lo que ha pasado en Túnez o en Egipto. Unos drogadictos y borrachos, que siguen las consignas de Osama Bin Laden –el líder de Al Qaeda– y que lo único que van a conseguir es que Estados Unidos ataque Libia y vuelva de nuevo el colonialismo”. Con el Código Penal libio en la mano, anunció la pena de muerte para todos los que dividían al pueblo, o se levantasen contra las instituciones o su revolución: “Serán ejecutados todo aquellos que se alcen en armas contra Libia… ¿O queréis que Estados Unidos venga a vuestro territorio para hacer lo mismo que hicieron con los afganos y con Irak?”


Gadafi, matador.

Para Gadafi, quienes se oponían a él no eran más que alborotadores a los que preguntó: “¿Dónde estabais vosotros, ratones, cuando las bombas caían sobre mi casa y mataban a mis hijos?”. Ellos no eran más que “un grupúsculo de jóvenes que toman drogas, atacan cuarteles y comisarías y queman los archivos donde aparecen sus crímenes. Los seguidores de Bin Laden, apoyados por un grupo de enfermos que, infiltrados en las ciudades, reparten comprimidos [drogas] a estos jóvenes”. Frente a ellos, Gadafi advirtió que no estaba dispuesto a dar marcha atrás. “Y no lo haré, pase lo que pase ni caiga quien caiga”. Explicó que el poder no lo tenía él, sino que “fue entregado a los libios, en 1977, y estaba repartido en los Ministerios y comités populares. Hizo un llamamiento para “crear los nuevos” comités populares, anunciando que “las tribus podrán autogestionarse, si quieren” y que se iban a crear 150 ayuntamientos para gestionar la decisión popular. “Salid a las calles –les arengó– y arrestad a los 'ratones'. No hay que temerles. Si hay que recurrir a la fuerza, lo haremos en virtud de las leyes internacionales y de las leyes libias. Pero no a estas bandas de ‘ratones’ que no representan a nadie y sólo quieren imitar lo que ha pasado en Egipto y Túnez. No están respondiendo a órdenes de libios sino de gente de fuera. Han llenado Bengasi de casquillos y de tanques quemados para mentir”.


Caricatura de Gadafi.

Gadafi declaró que, pese a los rumores sobre su abandono del país, él seguía en Libia. “No he usado la fuerza hasta al momento –dijo, arremetiendo contra la evidencia de lo contrario–, pero no duden que la usaré si es necesario. Y, todo libio que empuñe armas contra Libia será castigado con la pena de muerte”. Testigos citados por Al Yazira aseguraron que, después de este discurso, los aviones de guerra y los helicópteros bombardean indiscriminadamente un sector después de otro. Y que aumentó el número de muertos. Por su parte, la televisión oficial desmintió el empleo de la fuerza militar para sofocar la revuelta. “Estas informaciones –repitió Gadafi–, difundidas por las cadenas vía satélite, confabuladas contra el pueblo libio, son falsas”. Pero, diversos testimonios aseguraron que el régimen había ejecutado a decenas de soldados por negarse a disparar contra los manifestantes. Policías y mercenarios contratados por Gadafi golpearon a ciudadanos indefensos por las calles de Trípoli y accedieron incluso a sus viviendas. Era imposible aventurar el número de muertos, ejecutados en su mayor parte por los mercenarios africanos contratados, un ejército paralelo pagado a precio de oro (entre 1.000 y 2.500 dólares al día por sicario, según alguna fuente). Las últimas cifras apuntaban que podrían superar los diez mil. Sin embargo, los manifestantes no se arrugaron ante la brutalidad del ejército libio y de los mercenarios contratados por el régimen. Y los opositores a Gadafi lograron el control de las provincias de Cirenaica y Misurata, al este del país y a solo 200 kilómetros de la capital. Y avanzaban hacia Trípoli, en donde seguían los enfrentamientos.


Navi Pillay, comisionada de Derechos Humanos de la Onu.


Mientras tanto, en la ONU, Navi Pillay, una alta comisionada para los derechos humanos, pedía una investigación internacional para controlar la brutal represión del régimen libio. “La insensibilidad con la que las autoridades libias y sus empleados armados disparan ráfagas de proyectiles contra manifestantes pacíficos es inconcebible”, dijo Pillay, extremadamente alarmada porque “mientras yo hablo se están perdiendo vidas y hay matanzas, detenciones arbitrarias y torturas de manifestantes. Las fuerzas libias atacaban a los manifestantes y transeúntes, bloqueaban los barrios y disparan desde los techos. Impedían que acudiesen las ambulancias a recoger a heridos o a muertos que eran abandonados en las calles, mientras que se agotaban las reservas de sangre y medicinas”. Para ella, los ataques sistemáticos y generalizados contra la población civil podían considerarse como crímenes contra la Humanidad. Su declaración llegaba después de la condena de los ministros de Exteriores de la Unión Europea, tras su reunión en Bruselas. Pero sus palabras no consiguieron poner en jaque al régimen. La prueba más clara era el escueto videomensaje de Gadafi en la televisión estatal en el que, en apenas 20 segundos, trató de demostrar que seguía en Trípoli y que “no había que hacer caso a los canales de los perros callejeros”.


Saif al Islam, hijo de Gadafi, en la televisión.


Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, expresa su preocupación por el rápido deterioro de la situación y pide a Gadafi el cese inmediato de la violencia y el respeto del pueblo libio, subrayando “la necesidad de asegurar la protección de la población civil bajo cualquier circunstancia”. Ibrahim Dabais, embajador adjunto de Libia ante la ONU, asegura que Gadafi debe “dejar el poder lo antes posible” y la comunidad internacional debe “evitar que se refugie en otro país”. Quryna, diario electrónico libio, conocido altavoz de Seif el Islam, hijo de Gadafi, afirma que son “mercenarios” quienes abren fuego contra civiles, causando numerosos muertos en Tadjura, a unos 40 kilómetros al este de Trípoli. Mercenarios que, en todo caso, han sido reclutados por el mismo régimen para castigar a las poblaciones rebeldes. Y, ante tanta represión y contradicción, los libios huyen de la violencia, desbordando las fronteras. El paso fronterizo de Al Salum, permite el regreso de los egipcios a su país y el paso de quienes quieren abandonar Libia. Una media de 4.000 egipcios cruzan en las últimas horas esta frontera.


Mustafá Abul Jalil, ministro de Justicia libio que anunciaba el pasado lunes su dimisión por el uso excesivo de la fuerza contra los manifestantes, dice que los propósitos de Gadafi son “fantasiosos” y asegura que “no existe ni Al Qaeda ni otras organizaciones terroristas en el suelo libio”. Acusa a Gadafi de estar detrás de la explosión del avión de la Pan Am en 1988, reitera su rechazo a negociar con el régimen del líder libio y defiende que “la única solución” a la actual situación es que el líder abandone el país. Día tras día, las ciudades controladas por el régimen de Gadafi van cayendo una a una como las fichas de un dominó, pero el dictador libio no está dispuesto a regalar la capital y sigue aplastando con bombardeos a la población. Las agencias de información internacionales aseguran que la capital está completamente blindada con miles de soldados, mercenarios desplegados, carros de combate y aviones que vigilan cualquier movimiento. Y recuerdan cómo Gadafi estaba dispuesto a todo para acabar con la revolución popular. Sayed al Shanuka, miembro libio de la Corte Penal Internacional (CPI), habla desde París de más de 10.000 muertos en territorio libio. Los corresponsales de algunos medios extranjeros como “The Guardian”, que consiguen entrar por primera vez en el país, encuentran Bengasi como una ciudad liberada, pero, con muchos secretos ocultos. Se habla de fosas comunes en las que enterraron a los muertos de los bombardeos, de activistas y opositores encerrados en cárceles subterráneas que llevaban años sin ver la luz del sol.


Gadafi se está quedando cada vez más solo con su paranoico poder.

El dictador está cada vez más solo. Ali al Issawi, embajador libio en India, explica a la BBC que “renuncia porque mercenarios extranjeros han sido desplegados para atacar a ciudadanos libios”. Desde Boston, Ali Errichi, ministro de Estado libio de Emigración, exige al líder libio que abandone el poder. Le sigue Ibrahim Dabbashi, número dos de la delegación de Libia ante la ONU, quien le acusa de estar cometiendo un “genocidio” y le insta a abandonar el poder. “Si Gadafi no renuncia –pronostica el diplomático–, el pueblo lo derrocará”. La mayoría de los imanes de las mezquitas del país se niegan a pronunciar un sermón que el régimen les ha preparado. Y llaman a la población a salir a la calle. Al Yazira sostiene que la tribu Warfalla, la más importante del país, ha dado también su apoyo a la revuelta, lo que representa un severo varapalo para el delicado entramado de compromisos tribales sobre los que se asienta el poder despótico de Gadafi, desde 1969. El bombardeo de su propia capital es síntoma de que el régimen no puede sobrevivir por mucho tiempo. Es el último acto desesperado de Gadafi.


En Bengasi, cuelgan un muñeco que representa a Gadafi.


Al apoyo de militares, diplomáticos y ministros a la revolución popular, se une el del general Ali Huweidi, jefe de Policía de Bengasi –la ciudad que dos pilotos del Ejército de Gadafi se negaran a bombardear–, quien anuncia su dimisión para sumarse a la revuelta. “Por lo que he visto del uso de la fuerza (para reprimir las protestas populares) –declara– he presentado mi dimisión y estoy dispuesto a colocarme al lado de los jóvenes de la revolución para ofrecer cualquier tipo de ayuda”. La ciudad de Bengasi, la segunda más importante del país, está, desde el pasado 21 de febrero, controlada por manifestantes que han ocupado las instalaciones castrenses abandonadas por soldados leales al régimen de Gadafi. También está bajo control de la oposición la ciudad de Tobruk, entre Bengasi y la frontera con Egipto, así como el tercio oriental de la zona costera de Libia. Más de un millar de personas pidieron la caída del líder libio que, lejos de sentirse aludido, contraatacó, avisando de que “la autoridad volverá a recuperar la situación”, en referencia a las ciudades al este del país, como Bengasi, epicentro de las revueltas, donde la oposición se ha hecho especialmente fuerte. Sin embargo, según las informaciones que llegan a cuenta gotas por la censura que el régimen libio está ejerciendo, los aviones militares y los helicópteros del Ejército libio siguen atacando y atemorizando a la población con sus ataques. “Gadafi está sediento de sangre –advierte Suleimán Mahmud, general que se unió a los rebeldes, ahora al mando de las tropas rebeldes del este–. Es como Nerón, prendiendo fuego a Roma, y estoy seguro de que quemará Libia antes de perder el poder. Le gusta demasiado”.


Miles de libios pidieron el viernes la dimisión de Gadafi tras la plegaria del mediodía en Bengasi.
Los aviones militares y los helicópteros del Ejército libio siguen atemorizando a la población. Algunas cadenas de información árabes aseguran que el régimen de Gadafi ha estado bombardeando a sus propios ciudadanos para acabar con las protestas. Pero, el principal problema es la ausencia de noticias verificables desde el país. A diferencia de las revueltas populares en Egipto y Túnez, donde la represión contra los periodistas no logró frenar el flujo de noticias, Gadafi aniquiló Internet, controló a la prensa y las líneas telefónicas fueron manipuladas a su antojo para evitar que los manifestantes se organizasen. Al Yazira, la cadena qatarí, asegura que, en el barrio de Tayura, en el este de Trípoli, aún se ven cadáveres en las calles, y, “aviones de guerra y helicópteros bombardea indiscriminadamente un sector después de otro”. La destrucción total de la pista aérea de Bengasi indica que esos bombardeos sí existieron. Saif el Islam, hijo del dictador, emitió el viernes señales contradictorias sobre el curso de los acontecimientos. Minimizó el impacto real de la rebelión y limitó a dos ciudades los enfrentamientos: Misrata y Zauiya. Reconoció que en esa zona el Ejército regular no lograba avanzar y adelantó la inminencia de un ato el fuego, previa negociación con “los terroristas”. Sobre las informaciones de medios de comunicación internacionales que hablaban de guerra civil comentó: “Estas informaciones nos hacen reír. Aparte de Misrata y Zauiya, todo está en calma y somos optimistas”. Pero sus palabras contrastaban con las de su padre que, horas antes, había pronunciado su tercer discurso de la semana ante una multitud a la que dijo: “Vamos a responder a todo extranjero, como hemos hechos antes en el pasado. Esta es la fuerza del pueblo. Si quieren pelea, la tendrán”. Y anunció que abriría el arsenal de la ciudad, facilitando armas a todos los que quisieran luchar junto a él. “Preparaos para defender Libia” –les gritó–, “Esta gente me ama”, “Seguid bailando y cantando”, “Triunfaré sobre los enemigos”…


Huida masiva por la frontera libia.


Mientras tanto, la ONU reclama una investigación independiente sobre la represión en Libia. Las denuncias llegan de la misma persona que denunció los abusos de Mubarak y Ben Ali, la alta comisionada de derechos humanos, Navi Pillay. La delegación de Libia ante la Liga Árabe trata, por su parte, de mediar para poner fin a la violencia en el país. “Gadafi está loco –advierte el embajador adjunto ante la ONU– y aguantará hasta el último momento”. Pero los países europeos se mueven y reaccionan tan despacio que, cuando quieran aplicar alguna medida eficaz, si las hay, llega con un retraso que la convierte en inservible. Las informaciones sobre Gadafi son cada vez más confusas. Algunas cadenas extranjeras hablaban incluso de que uno de sus hijos ha decidido unirse a la revolución. El Gobierno estadounidense, además de sanciones, podría estar valorando incluso la posibilidad de una intervención armada en Libia y estaría sondeando a sus principales socios europeos. El pánico generalizado provoca que miles de refugiados decidan huir a toda prisa y en masa hasta el país vecino. Unos 30.000 egipcios y tunecinos ya han huido por el paso fronterizo, atascado por largas colas en las que miles de personas esperan obtener el sello en el pasaporte que les permita salir de ese infierno. Jean-Philippe Chauzy, portavoz de la Organización Mundial de las Migraciones (OIM), especifica que entre los huidos no hay libios, aunque ignora si es porque no han emprendido la huida o porque no se les permite partir. Un primer contingente de trabajadores emigrantes de Níger ha logrado atravesar la frontera y están refugiados en un centro de acogida temporal en la ciudad de Dirkou, a tres horas de la frontera con Libia. No obstante, no se han constatado huidas masivas de otros ciudadanos de África occidental, a pesar de que hay un numeroso contingente trabajando en Libia.


Miles de emigrantes han llegado estas últimas semanas por mar, a través de la isla italiana de Lampedusa.


La oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) revela que se está preparando ante un eventual “éxodo significativo” de la población libia, en el marco de la represión de las revueltas populares contra el régimen de Gadafi. Franco Frattini, ministro de Asuntos Exteriores italiano, teme que, en el caso de una caída del régimen libio, se registre una oleada anómala migratoria de entre 200.000 y 300.000 personas hacia las costas de Europa. Una oleada de esa magnitud sería diez veces superior a la crisis registrada en 1997 con los refugiados llegados de Albania a las costas italianas. El titular de Exteriores indica que se trata de estimaciones a la baja, y precisa que no serán los libios los que lleguen a las costas europeas. “Un tercio de la población –comenta Frattini– no es libia sino subsahariana. Estamos hablando de dos millones y medio de personas que, en el caso de que caiga el sistema que gobierna el país, escaparán porque se quedarán sin trabajo. No todos (vendrán) a Italia. Grecia está mucho más cerca de Cirenaica y Bengasi”. Umberto Bossi, ministro de las Reformas y líder de la Liga Norte, aclara que, si llegan más inmigrantes a las costas italianas, el Gobierno “los enviará a Francia o Alemania” Responde así a la petición de la portavoz de ACNUR, Melissa Fleming, de “no rechazar” a los inmigrantes que lleguen a las costas europeas. Para hacer frente a esta situación, España ha ofrecido aviones y expertos a la misión que la agencia de control de fronteras europeas (Frontex) ha puesto en marcha para ayudar a las autoridades italianas ante la llegada de inmigrantes ilegales del norte de África a la isla de Lampedusa.


El Alto Comisionado afirma que “no sería de extrañar” que los países europeos comiencen a recibir solicitantes de asilo procedentes de Libia, así como grupos de inmigrantes en los que se mezclen, como ocurrió en Sicilia y Lampedusa, quienes emigran por razones económicas con aquellos que necesitan protección internacional. No obstante, en España no hay tradición en este sentido. La comunidad de ciudadanos libios se reduce a 37 personas, según el Ministerio de Trabajo e Inmigración, y en todo el año pasado sólo se cursó una petición de asilo con esta nacionalidad. Además, las fuentes de ACNUR señalan que las revueltas en Túnez y Egipto no han generado solicitudes de asilo a España procedentes de estos países. Por otra parte, ACNUR ha incidido en la “preocupante” situación de los cerca de 8.000 ciudadanos de distintos países del mundo que residen en Libia en calidad de refugiados y los casi 3.000 que se encuentran en el país en espera de que se resuelva su petición de asilo. Según ha informado ACNUR, muchas de estas personas proceden de países del Africa Subsahariana, al igual que los mercenarios contratados por Gadafi para aplastar las revueltas, lo que está provocando que se les confunda con los asesinos y se les persiga, pasando así de ser personas bajo protección a “convertirse en objetivo”. El Alto Comisionado explica: “No se atreven casi ni a salir de casa”.


“Gadafi está acabado, asustado, acojonado, como buen cobarde dictador que es –escribe Nafuente en “La Huella Dgital.es”–. Quizá el paraguas es para protegerse de tanta crítica del cínico Occidente, que hasta hace dos días le besaba los pies a este dictador, envuelto de harenes y jaimas. En el poder desde 1969, que se dice pronto, Gadafi ve cómo Libia se suma a la ola de libertad que grita el mundo árabe. Las razones para gritar: la pobreza y el hartazgo colectivo. Las herramientas para gritar: Internet y Al Yazira. Los sueños para gritar: vivir en paz y sonreír por fin. Suficientes proyectiles para que a este energúmeno incluso le llueva dentro de una camioneta”.



“Saif Gadafi, aspirante a príncipe de Gales de la república hereditaria de Libia –escribe en su blog Ignacio Escolar–, estudió en la London School of Economics. El título de su tesis doctoral es un terrible sarcasmo: “El papel de la sociedad civil en la democratización de las instituciones de gobernanza global, del poder blando a la toma colectiva de decisiones”. ¿Y cuál es el papel, según Saif, de esa sociedad civil libia que clama por la democracia? Sin saber su teoría, está clara la práctica: el papel de víctima. Los Gadafi han sacado su propia lección de las revoluciones de Egipto y Túnez: Mubarak y Ben Ali se pasaron de blandos. El tirano y su chaval han elevado la represión a su potencia: no sólo sacan los tanques a la calle; también la artillería, los helicópteros e incluso los cazabombarderos. Mientras cierro esta columna, no está claro si los Gadafi huirán de Libia o si, por desgracia, lograrán permanecer en el poder tras el baño de sangre. No sé qué futuro espera al dictador, pero sí conozco su pasado: el de un despótico tirano que, en la última década, pasó del ostracismo y la repulsa a convertirse en otro amigo más de Occidente, con alfombra roja en Francia, Italia o España. Su rehabilitación fue uno de los milagros de la ‘guerra contra el terror’ fue uno de los milagros de la ‘guerra contra el terror’, tras el 11-S”.



En el 2003, José María Aznar entonces presidente del Gobierno, fue el primer líder europeo en visitar a Gadafi en su país. Gadafi le regaló un caballo. No se sabe qué ha sido del equino.

“Fue precisamente Aznar –continúa Ignacio Escolar en su blog– el primer mandatario occidental que visitó Trípoli tras la retirada de las sanciones por parte de la ONU, en septiembre de 2003. En la delegación española, cómo no, viajaba también Repsol. Libia es una dictadura, sí; pero tiene petróleo. Gracias a ese gran hecho diferencial, Zapatero mantuvo después esa misma relación privilegiada. Mi gran duda es la de siempre: ¿son los intereses de las grandes empresas españolas los intereses de los españoles? ¿Sí? ¿Siempre y bajo cualquier circunstancia? Y la sociedad civil española, ¿qué dice de todo esto?


Pasamos del terror de lo que está pasando el Libia al ingenio sugerido por los humoristas. La imagen de un isleño como Pep Roig, con la estatua de la Libiartad, no puede ser más elocuente. Le siguen otras imágenes como la de Forges, las de Latuf, El Roto o la de Pedro Molina.






Seguimos con las de Manel Fontevila: Ante Libia, Libia, Justicia y mercado, La llama de la rebelión y Sin importancia.






Territorio Vergara se regodea con la Revolución Libia, Le Europa humanitaria, A vueltas con la sucesión, La querella contra las agencias de rating y el número 110.






Y Pep Roig, con La Libertad, La política española real, Las consecuencias, ¡Que vienen! y Cloaca.






Terminamos con un vídeo original: Corridas de fumadores. Se trata de un fragmento del programa “Vaya Semanita” emitido en ETB el 21-01-2011. “Vaya semanita” es un programa de humor emitido en la segunda cadena de Euskal Telebista, producido por Pausoka. Estrenado por ETB el 2 en septiembre de 2003, el programa se ha hecho también popular en toda España gracias a las continuas menciones en programas de zapping y vídeos enviados a través de correos electrónicos. La clave del programa es el desenfado y la insolencia, burlándose de toda clase de temas y tabúes sobre el País Vasco —incluso el terrorismo etarra. El programa recibe críticas y elogios de cualquier sector (incluso de la prensa francesa). El 21 de enero pasado se emitió este video titulado “Corridas de fumadores en Catalunya”, como forma de volver a abrir las plazas de toros catalanas, cerradas desde que se aprobó la ley que prohibía la celebración de estos festejos. Ahora son corridas de fumadores, un espectáculo que ha vuelto a llenar los graderíos.


sábado, 26 de febrero de 2011

Berlusconi, il Cavaliere: (y II) “¡Acabaré la legislatura!”



Silvio Berlusconi rechaza dimitir.


Hace diez días, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, descartó presentar su dimisión y no estar preocupado de su procesamiento por prostitución de menores y abuso de poder. “Por amor a la patria –dijo entonces– de eso no hablo. Sólo puedo decir una cosa: no estoy en absoluto preocupado”. Y añadió que no pensaba en dimitir sino en “terminar la legislatura”. Pero la delicada situación del jefe del Gobierno, que debe afrontar en las próximas semanas cuatro procesos distintos, se vio agravada por la filtración de los interrogatorios de los fiscales milaneses a Karima El Mahroug, Ruby “Robacorazones”, la prostituta marroquí de 18 años que visitó una quincena de veces la mansión de Arcore, siendo todavía menor de edad.

Karima declaró a la fiscalía que Berlusconi le entregó “un sobre con 50.000 euros” la primera noche que acudió a Villa San Martino, el 14 de febrero de 2010. “Me cogió aparte y me llevó a una habitación donde nos quedamos solos. Me dijo que mi vida cambiaría y, aunque no me habló explícitamente de relaciones sexuales, no era difícil entender que me estaba proponiendo hacer sexo con él”. En ese momento, según Ruby, Berlusconi pensaba que tenía 24 años y que era egipcia, porque eso fue lo que le había contado “falsamente”. Pero, unas semanas después, cuando volvió a Arcore “me enteré de que las que estaban con él, podían acceder a una casa gratis. Y, cuando me propuso ponerla a mi nombre, debía decirle la verdad. Entonces le confesé que era menor y que no tenía documentos. A lo que Berlusconi me contestó: “Dirás a todos que eres la sobrina de Mubarak y así podrás justificar los recursos que pondré a tu disposición”.

Los fiscales descubren que Ruby no ha estado en Villa San Martino solo tres veces, como afirma, sino muchas más, y también después de marzo, es decir cuando Berlsuconi ya sabía que era menor de edad. El seguimiento de su móvil demuestra que la joven estuvo en Arcore 15 noches distintas, y que habló con Berlusconi 67 veces en 77 días. En esas ocasiones, la joven pasó en villa San Martino un fin de semana largo, entre el 24 y el 26 de abril, en el que hubo un invitado ilustre: Vladimir Putin, el primer ministro ruso. Las visitas acabaron el 2 de mayo, tres semanas antes de que Ruby fuera detenida en Milán acusada de robo.

Más de un millón de mujeres se han manifestado en Italia y otras muchas en 60 ciudades europeas, pidiendo la dimisión del primer ministro italiano por sus escándalos sexuales con esa menor de edad. Pero Il Cavaliere no se ha dado por aludido. “Las mujeres saben que les tengo mucho aprecio – dijo en una entrevista en el programa Mattine 5, de uno de sus canales de televisión–. Siempre les he demostrado gran atención y respeto. Estoy convencido de que tienen una marcha más que los hombres. Siempre fueron mejores, más inteligentes, están más preparadas, son más responsables y consiguen solucionar problemas sin dar tantos rodeos. Por mi parte, siempre intento que todas las mujeres se sientan especiales”. Para él, las mujeres que se manifestaron por su dignidad después del escándalo Ruby, están manejadas por la oposición y los jueces. “Me ha parecido un pretexto para sostener la teoría judiciaria. Y esto es una vergüenza. Es una movilización partidista por parte de la izquierda que no consigue ganar unas elecciones”.

Pero, en las manifestaciones, no hubo símbolos ni banderas de ningún partido y en todas ellas contaron con el apoyo, no sólo de los partidos políticos de la oposición, sino de los sindicatos, de artistas, escritores, prensa y hasta de la Iglesia. El domingo, en su editorial, el director de Avvenire, el diario de la Conferencia Episcopal italiana, escribía: “Si fuese mujer, yo también participaría hoy en la manifestación”. Y el diario L'Unità, uno de los patrocinadores de las protestas, titulaba en su portada: “Es sólo el inicio”, eslogan utilizado en el mayo del 68 francés (ce n’est qu'un début).

viernes, 25 de febrero de 2011

Berlusconi, il Cavaliere. (I) Juzgado por tres magistradas.


Karima el Mahrong, conocida por Ruby, en el centro de las pesquisas de la Fiscalía de Milán que investiga al primer ministro italiano por incitación a la prostitución de menores y concusión.



De izquierda a derecha, Carmen D'Elia, Giulia Turri y Ursulina De Cristofaro, las tres magistradas que forman el tribunal que juzgará a Berlusconi (EFE)


Para Silvio Berlusconi las mujeres a menudo han sido meros objetos sexuales de los que se aprovechó gracias a su poder y a su dinero. Y, su habilidad para torear la Justicia sufrió un duro golpe, al enterarse de que serán tres juezas las que le juzguen por supuesta incitación a la prostitución de menores. “La verdad –ha comentado, no queriendo demostrar el temor de que sean ellas las que le juzguen–, no estoy nada preocupado”. Y prefiere seguir vanagloriándose de haber humillado y denigrado sin recato a las mujeres, comprándolas como mercancía fresca. Hartas de aguantar su prepotencia, las mujeres italianas se han lanzado contra él, explotando de indignación y manifestándose por toda Italia al grito de ¡Basta!

Tres nombres femeninos le juzgarán el próximo abril por prostitución de menores en un juicio que podrían marcar el inicio de su final. Se trata de tres magistradas que, si il Cavaliere no encuentra otra forma de burlar la ley, formarán el tribunal que le juzgará el próximo 6 de abril en Milán. La jueza Cristina di Censo ha admitido la solicitud de juicio inmediato por abuso de poder y prostitución de menores y concusión en el marco del caso Ruby. Las acusaciones se remontan a 2010, cuando Karima el Mahgroug, alias Ruby, una menor marroqui detenida por el presunto robo de 3.000 euros, fue liberada gracias a la intervención directa de Berlusconi. Al ser menor de edad, marroquí y no tener el pasaporte en regla, los agentes habían decidido llevarla a comisaría. Pero, tras enterarse de la noticia, Berlusconi llamó al jefe de Policía de Milán para que la liberaran por tratarse, según dijo, de la nieta del todavía presidente de Egipto, Hosni Mubarak, y así evitar un conflicto diplomático.

(Se hace difícil olvidar que Berlusconi, más que cualquier jefe de gobierno europeo, siempre trató con guante de seda las relaciones con Mubarak y con Gadafi. Y presumió de contar con estas amistades y de recibir, como regalo de este último, un anillo de oro. Claro que también el ex presidente Aznar supo apoyar a ambos –a Berlusconi y a Gadafi–, recibiendo de éste un caballo como regalo y de aquél su apoyo “moral” y político.)

Las tres magistradas que juzgarán a Berlusconi, una decisión que ha sido cuestionada por el entorno del mismo, son Carmen D'Elia, Giulia Turri y Orsola de Cristofaro. “Ya hay tres mujeres en el proceso Mills –ha declarado en tono irónico Piero Longo, uno de los abogados de Il Calviere–. Las tres son apreciadas y, en algunas ocasiones, agradables”. Menos fino ha estado Gaetano Pecorella, ex abogado del premier y hoy diputado del Pueblo de la Libertad, quien ha cuestionado la imparcialidad y la profesionalidad de las juezas: “Es peor de lo que se podía esperar. Viendo a un millón de mujeres en las plazas contra Berlusconi, no creo que sea ninguna ventaja un tribunal con tres mujeres. De hecho, quizá sería oportuno que fuera respetado de alguna manera el principio de la paridad. Hay delitos, en particular los sexuales, sobre los que las mujeres son más sensibles, están más pendientes e incluso más motivadas”.

Curiosa, cuanto menos, es la reacción del semanal católico “Familia Cristiana”, que ha interpretado la designación de las tres mujeres casi como un signo de justicia cósmica: “Es imposible no pensar en la némesis. Tú, Berlusconi, te has servido de las mujeres, y en mal modo; ahora, las propias mujeres harán justicia”. Y Concita de Gregorio, directora del diario L’Unitá, ha rematado: “No hay que subestimar el poder de las mujeres”. Resumiendo, que Berlusconi no las tiene todas consigo. Sabe que ha convertido la política italiana en una basura impúdica en la que sólo cuenta la belleza y la televisión Pero, desde que la Justicia anda tras él, pisándole los talones, piensa que, en algún momento, le puede sorprender en un renuncio. Con lo que todo su poder se acabaría.

Mañana: Berlusconi, il Cavaliere: (y II) “¡Acabaré la legislatura!”

jueves, 24 de febrero de 2011

Lo que queda del golpe (y II).


El Rey y el 23-F.


El asalto de las Cortes, los parlamentarios, de hinojos y al suelo.


Una serie de periodistas, que vivieron con pelos y señales las álgidas horas de aquel 23-F, siguen hoy recordándome aquel intento de golpe de Estado. Fue una noche muy larga entre galeradas de pánico, noticias de vértigo y rumores de sables, seguido de un amanecer cada vez menos confuso pero con síntomas evidentes de que las cosas no iban a seguir teniendo, al menos durante algún tiempo, los mismos trazos.

Uno de los primeros periódicos que reaccionaron fue "El País", dirigido en aquellos momentos por Juan Luis Cebrián, quien sacó una edición extraordinaria de su periódico en la que contaba lo que estaba pasando en aquellas horas. Cuando confirmó que habían ocupado TVE y que Miláns del Bosch había decretado el Estado de excepción en Valencia, Cebrián comprendió que aquello iba en serio y supuso que también llegarían al periódico. “Hablé con la Zarzuela, con Sabino Fernández Campo, con Fernando Gutiérrez, con Balsemaro, entonces primer ministro portugués, y con otras personalidades, hasta que vimos el alcance que aquello podía tener”.

Su primera obsesión fue la de sacar la edición extra, antes de que los golpistas llegaran. "Si triunfaba el golpe –me recordó Cebrián, quien explicaba la explosión de El País, en gran medida, gracias a ese golpe de Estado fallido–, daba igual que la sacáramos o no, porque ya estábamos sentenciados. Y si no triunfaba, era nuestra obligación. Así que publicamos de mala manera una edición de treinta mil ejemplares con dieciséis páginas, porque queríamos que saliera a toda costa antes de que los golpistas llegaran y nos la secuestraran. Salió a las diez de la noche y se agotó en una hora. En los días siguientes, tiramos hasta medio millón por día".

Pedro J. Ramírez, director entonces de “Diario 16”, se disponía a salir para acudir a una reunión que tenía con Juan Luis Cebrián. Intentaban construir una posición conjunta frente a la demanda de ETA militar que pedía a ambos directores que publicaran una serie de documentos como condición para dejar en libertad a los cónsules por ella secuestrados. “En el momento en que yo me disponía a salir para esta reunión –me recordó Pedro, J. Ramírez– me llegó el télex que anunciaba lo ocurrido. Los primeros instantes fueron de desconcierto. Luego, hubo unos minutos de seria angustia, cuando RNE y TVE dejaron de emitir. No es que nos preguntáramos que haríamos si vinieran los militares, sino qué hacemos ahora que vienen. No era una suposición gratuita, porque, como hemos sabido después, un pelotón del regimiento de Saboya de Leganés llegó a estar montado en sus camiones para tomar ‘Diario 16’.

Paradójicamente, para Ricardo Utrilla, ex director de Publicaciones de “Cambio 16” y ex presidente de Efe, aquella noche no resultó nada aburrida. “Llegué a la redacción por la tarde y me contaron lo sucedido. Al principio nadie aceptaba que se tratara de un golpe de Estado, excepto un argentino que de eso entendía bastante. Pero, cuando vimos que iban en serio, dijimos ‘que nos cojan, al menos, confesados’, y nos fuimos con el abogado de la casa a tomar unos berberechos al vapor con una botella de Riveiro bien fría. Estuvimos en el bar hasta las nueve, siguiendo los acontecimientos por la radio. De ahí fuimos a las Cortes para intentar entrar. Pero todo estaba acordonado. Un clan de extrema derecha gritaba: ‘Tejero, mátalos’. Otro grupo de izquierdas los abucheaba. La policía cargó pero no hubo ninguna resistencia por parte de los ultras que desaparecieron, con lo cual nos dimos cuenta de que no había mucho fervor bélico patriótico. Al final, me marché a casa donde seguí los acontecimientos por la radio y la televisión. Cuando salió el Rey, sentí un gran alivio y comprendí que todo estaba controlado”.

Fue una vivencia periodística apasionante, angustiosa en algunos momentos, en la medida en que fue transcurriendo la secuencia de los acontecimientos. Hasta que el Rey salió en la televisión. Luego, se escribieron muchos libros sobre este asunto –sobresale uno muy polémico titulado “23 F: el golpe que nunca existió”, de Amadeo Martínez Inglés–, pero aún quedan por aclarar algunos de los puntos más revelantes, como el papel del Rey en aquella noche, tan bien defendido por la mayoría de periódicos y de grupos políticos. Dicho libro sostiene que el 23-F nació en la Zarzuela y fue orquestado por el Rey con la colaboración de los generales Armada y Milans del Bosch, que planeaba por su lado un golpe para “salvar a la Monarquía”, aunque significase liquidar la recién nacida democracia española.

Julio Anguita declara, en una entrevista realizada el 3 de septiembre del 2008, que, el 23-F, el Rey estaba en la pomada. “Pienso que el Rey sabía lo que se estaba cociendo. No me creo que la Junta de Defensa Nacional y el Cesid no le informaran de lo que se estaba preparando. Lo que pasa es que aquí había varios conjurados sobre un silencio y un equívoco en el que estaba mucha gente. ¿Por qué llama Milans del Bosch y pregunta por Armada y le dicen que ni está ni se le espera? Porque saben perfectamente a lo que juegan. Aquí había un acuerdo para que Armada o el elefante blanco convencieran a los portavoces para que en vez de votar a Leopoldo le votaran a él. Era un golpe de guante blanco, incruento, pero al día siguiente todos reconsideran sus actitudes y se muestran solícitos ante el mando de su Majestad, cual gallina clueca. Naturalmente, el Rey borboneó, intentó pastorear, y cortó cuando tenía que cortar. Se puso el traje de capitán general y salió revestido de demócrata, pero estaba en la pomada y aceptó un golpe de timón más bien parecido a la dicta-blanda de Primo de Rivera que a lo que pretendía Tejero, que era disparatado”.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Lo que queda de aquel golpe.


¿Qué queda hoy de aquel intento de golpe del 23-F perpetrado hace hoy justo treinta años? Exceptuando el grito de “Al suelo todo el mundo” que dio la vuelta al mundo, poca cosa más. Bueno es, sin embargo, refrescar la memoria para que semejantes hechos no vuelvan a repetirse nunca más. En los primeros días de haber estrenado esta página web, me refería a los periodistas que vivieron personalmente ese tarde-noche en las Cortes o alrededores, de los que me permito recordar sus palabras. Entrevisté a Juan Pla (ver 28 de de febrero de 2007), a Eugenio Suárez (27 de febrero), a Luis del Olmo, J. Luis Balbín, Manolo Hernández de León (26 de febrero), Francisco Umbral, Fernando Onegam Eduardo Sotillos (22 de febrero) y a todos los que me narraron su experiencia en aquellas horas. Y me permito recordar detenidamente lo que me contaron alguno de ellos, como Manuel Leguineche:

“Superado nuestro estupor –me explicó el entonces director de la agencia Cover sobre aquella noche–, pusimos en marcha este mecanismo que es una redacción, con la experiencia que yo ya tenía de otros golpes de Estado. Y llegué a meterme tanto profesionalmente en el meollo de aquel problema que, por un momento, me olvidé de que vivía en España y de que era un periodista y ciudadano español. Me preocupó más el prurito profesional de mantener informado a mis periódicos y superar el trauma momentáneo que sufrimos, que las consecuencias personales del golpe en caso de haber triunfado. Claro que, por instinto y por olfato, lo vi desde el primer momento un poco descabellado, muy localizado y no en cadena. Cuando ya se me pasó esta euforia profesional es cuando empecé a preocuparme realmente. Entonces me entró la reflexión y el raciocinio por encima de la trepidación profesional y, al analizar lo ocurrido, me di cuenta que aquello había sido muy grave”.

Leguineche se sorprendió un poco de la pasividad con que se recibió. “Todos hablaban del golpe que podría venir y, al final, terminaron por no creer que podía producirse, llegando éste cuando menos lo esperaban”. Y se alegró de haber tenido la gran suerte de poder escribir la crónica en el mismo momento en que sucedía. “Tuvimos la fortuna de contactar con alguien que estaba viendo en televisión lo que ocurría porque lo rebotaban a Prado del Rey desde la unidad móvil. Para mí eso era como poseer la clave de lo que pasaba. Fue un momento maravilloso en los periódicos empezaron a llamarnos, sorprendidos de que supiéramos todo antes que nadie”.

Walter Haubrich, corresponsal del “Frankfurter” y presidente durante siete años del Club Internacional de Prensa, se disponía a salir de su casa, terminada la votación, para hablar con algún político. “Escuchaba por la radio el desarrollo de la votación cuando, de repente, oí los gritos y los tiros. Hablé enseguida con mi periódico. Conseguimos hacer todavía dos ediciones con la noticia en portada. Luego, fui hasta las Cortes y me pasé la noche caminando y hablando con la gente para dar nueva información. A las veinte horas creía que los golpistas habían triunfado, sobre todo, al querer escuchar las noticias de RNE y encontrarme con música militar. Recuperé la esperanza al volver de nuevo la normalidad en la radio, escuchar el editorial de ‘El País’ y la entrevista que hicieron a Jordi Pujol, el político de máxima categoría en libertad que había hablado con el Rey. La formación de un Gobierno interino de subsecretarios me corroboró la idea de que el golpe no había progresado”.

Manuel Vázquez Montalbán me confesó que aquella noche sintió miedo de verdad. “Nos quedamos muy sorprendidos. Intentamos comunicar con el partido en Madrid para enterarnos de lo que pasaba. Se impuso entonces urgentemente qué hacer con todo el aparato y decidimos poner a salvo los archivos y crear una serie de direcciones de seguridad. Luego, marché a casa. Estudié las medidas que podía tomar, en caso de que fuera asaltada. Volví una hora más tarde al Comité Ejecutivo. Fue una noche muy agitada”. Se planteaba el riesgo de que cualquier salida a la calle pudiera convertirse en una provocación y que pudiera ser utilizada por los golpistas como prueba necesaria de continuar el golpe. “Hasta pasada la madrugada, la cosa estuvo en el alero. Se optó por una línea de prudencia y expectativa y, cuando, a la mañana siguiente, se empezó a ver lo que, poco a poco, se iba diluyendo, se fue restableciendo la tranquilidad”.

Montalbán me desveló que, si no hubiese sido miembro del Comité Ejecutivo ni del Central, hubiera pensado inmediatamente en dónde se escondía. “A ratos, me imaginaba que toda mi vida se había roto, que tenía que volver a las alcantarillas y vete tú a saber qué. Cuando te pilla un golpe de Estado estando en la ejecutiva del Partido Comunista, te puede ocurrir todo lo malo y muy poco de lo bueno”.

Maruja Torres se encontraban igualmente en su casa, con su transistor y la televisión en marcha. “Yo estaba, debo reconocerlo –me recordó esta periodista–, acojonadísima, con la perra. Sabía que podía hacer dos cosas: o quedarme y joderme o huir. Si me iba, no salía de exiliada sino para empezar otra vida en otro país y mandar este a la mierda para siempre. Nada de tristezas, de nostalgias ni nada de nada. Si me da la vena, cojo un fusil y me voy a la calle, y si me da la vena de marcharme, me voy a una isla desierta y que le den morcilla. Eran treinta y tantos años de mi vida”.

También Carmen Alcalde, la ex directora de Vindicación Feminista, estaba en casa cuando se enteró. Se puso en contacto con diversos medios de comunicación y siguió los acontecimientos. “Algunos compañeros me llamaron para aconsejarme que me marchara. Evidentemente, si el golpe hubiera triunfado, éramos muchos los que hubiéramos estado comprometidos. Había el peligro de las venganzas personales provocadas por bandas incontroladas. Me lo planteé muy seriamente, pero llegué a la determinación de que, de ninguna manera, me marchaba. Me subió una especie de patriotismo extraño de aguantar hasta lo que fuera necesario. Al cabo de tres horas, al ver el curso de los acontecimientos, me tranquilicé”.

martes, 22 de febrero de 2011

¿En dónde te duele?


Me gustaría presentar una canción francesa que tiene especialmente éxito entre la gente de la tercera o cuarta edad, aunque la vejez puede empezar en la juventud o ésta pude alcanzar los cien años. Todo depende de los ojos con que la miramos. De cómo se lleven los achaques y de cuándo comienza uno a perder toda la ilusión por vivir. El título de la pieza es “Le Tamalou”, un juego de palabras francesas formado por la expresión “Tu as mal oú”, que vienen a significar: ¿En dónde te duele? Y comienza con estos versos que traducimos muy libremente:

Voy a hablaros de una tribu
que habréis ya reconocido.
Abundan entre nosotros
y se llaman “Tamolús”

Son aquellos jubilados
que salen en autobús,
sonriendo, pese a todo.
Son sólo los “Tamalús”.

¿En dónde te duele? Aquí.
¿Y dónde más? Pues acá.
¿Más dolor? Aquí también.
¿Y en dónde más duele? Ah.

Cada dos cuartetos se repite este estribillo. La canción está interpretada por “Les Goristes” y extraída del CD “Sale temps pour les gros” (Malos tiempos para los gordos). Esta versión está ilustrada con imágenes en color y en movimiento ondulatorio. Pero sigue siendo el mismo tema.


¿Te ha gustado? ¿Mucho? ¿Nada? ¿ Ni fu, ni fa? Di algo, por favor.

domingo, 20 de febrero de 2011

Los jóvenes árabes dicen “¡Basta!” (II)


El mundo árabe se encuentra inmerso en una ola de cambios. Primero fueron los tunecinos los que, con sus protestas y manifestaciones, consiguieron echar al dictador. Después, los egipcios. Y, esta semana se han multiplicado las concentraciones y manifestaciones en países como Marruecos, Argelia, Libia, Jordania o Yemen, abortadas por fuerzas policiales armadas hasta los dientes. En Marruecos, en donde el desempleo es aún mayor que en Túnez y Egipto, fueron duramente reprimidas. La corrupción afecta al país magrebí en el que el mismo rey Mohammed VI, a la vista de la gran riqueza que ha acaparado en pocos años (se encuentra entre los siete reyes más ricos del mundo), no parece escaparse de ella. Pero el punto común de estas y las anteriores revueltas que recorren el norte de África y Oriente Medio ha sido protagonizado por jóvenes. Una juventud árabe que se rebela contra el hambre y la corrupción, llegando a despertar la revolución en países reprimidos y controlados por fuerzas reaccionarias.


En Teherán, fuerza afines al régimen portan pancartas contra la oposición iraní.

En Irán, miles de opositores al régimen de Ahmadineyad salen igualmente a las calles para protestar, enfrentándose con la Policía que arremete duramente contra ellos. Durante una sesión parlamentaria, los diputados conservadores atacaron con vehemencia a los jefes de la oposición, con gritos de “Muerte a Estados Unidos”, “Muerte a Israel", pero también “Muerte a Musavi, Karubi y Jatami”. El presidente Mahmid Ahmadineyad asegura en una entrevista: “Es normal que el pueblo iraní tenga enemigos, ya que es un país que quiere brillar y cambiar las relaciones en el mundo”.


Manifestantes marroquíes en la calle.

Pero es Marruecos, el país norteafricano menos afectado por la onda expansiva de la revolución tunecina y egipcia, en donde el Gobierno se ha tomado más en serio las protestas, estableciendo unas medidas encaminadas a frenar en seco la revuelta prevista para hoy. Los marroquíes expresaron públicamente sus propias reivindicaciones contra el Gobierno y la monarquía. En una concentración de más de tres horas y media delante del Parlamento de Rabat, los manifestantes pidieron “democracia” y “un cambio de régimen”. Con un altavoz en mano y sentados en medio del bulevar Mohamed V, en pleno centro de la ciudad, personas relacionadas con asociaciones de derechos humanos, grupos políticos, estudiantes y ciudadanos, pronunciaron sus discursos. Todos dejaron claro que no acudían como grupos o partidos, sino como marroquíes para solicitar sus derechos y para “luchar por una democracia para las siguientes generaciones”. El jueves, las autoridades marroquíes prohibieron al movimiento juvenil de licenciados universitarios en paro que, desde hace años, se manifiesta frente al Parlamento rabatí para pedir empleos, alegando el delicado momento presente y las revueltas que se producen simultáneamente en varios países de la región. Y en Benguerir, el centro del país, un joven, desesperado por su situación económica, se prendió fuego en pleno mercado de la ciudad y falleció, víctima de las quemaduras. Era la primera persona en Marruecos que fallecía tras un intento de suicidio a lo bonzo desde que comenzó la ola de protestas en la región.


El bautizado “Movimiento 20 de febrero”, que llama a la movilización pacífica de los marroquíes, ya está en la calle. Al menos, se habla de los problemas que hay y se abrió un debate sobre la conveniencia de salir este domingo a las calles para manifestarse o no. Pero el miedo, ya se sabe, hace estragos. Y la realidad social es diferente a la de Egipto. Alguien expresa su escepticismo sobre el tema. La amplia convocatoria bajo el lema “Democracia y Libertad”, está enfocada a los movimientos de jóvenes, sindicatos y organizaciones de Derechos Humanos, a los que también se han unido los islamistas de Justicia y Caridad, ilegales en Marruecos, pero con gran influencia en los barrios más desfavorecidos de las grandes ciudades. Pero la mayoría de los 46 partidos políticos reconocidos se han marginado. Por su parte, los medios de comunicación hacen su particular campaña contra algunos jóvenes considerados como líderes del “Movimiento 20 de febrero”. Durante las dos últimas semanas han aparecido publicadas en periódicos fotos de ellos relacionándolos con el consumo de alcohol y acusándolos de haberse convertido al cristianismo. Nadie sabe qué pasará hoy, pero los problemas ya están en la calle y se ha abierto un proceso en el que las autoridades tendrán que tomar medidas para escuchar a la población, que ya se atreve a mostrar su descontento.



En Marruecos, el Gobierno se blinda contra la reacción popular.


“Marruecos es un caso complicado –reconoce Bernabé López García, de la Universidad Autónoma de Madrid– porque no es lo mismo echar a un tirano que se aferra al poder desde hace 30 años que a una monarquía que lleva ahí siglos, respetada hasta en las zonas más aisladas”. Las autoridades de Rabat intentaron llevar a cabo ciertas reformas desde la muerte de Hasán II, en 1999, aunque muchos intelectuales marroquíes denuncian el autismo y autoritarismo del actual monarca, demasiado todopoderoso en su reino. “La corrupción endémica debería obligar a la Unión Europea a reaccionar y pedir reformas al Palacio Real. La primera de ellas debería ser un haraquiri del rey: que deje el poder absoluto e instaure una monarquía parlamentaria. El problema –considera el investigador español– es que los partidos políticos no están a la altura y se mantienen demasiado al margen”. Los marroquíes tienen al menos a una figura central que encarna al poder, contra la que pueden gritar su malestar. Algo que falta a los argelinos.


Líderes de Derechos Humanos en el Sáhara.


El jueves pasado, el centro estadounidense de Derechos Humanos Robert F. Kennedy (RFK) denunciaba el “clima de miedo y represión” que prevalece en el Sáhara Occidental, tres meses después del brutal desmantelamiento del campamento “Dignidad”, el 8 de noviembre. En un informe elaborado sobre el terreno entre el 11 y el 14 de enero, el RFK constataba que las violaciones de derechos humanos continúan, mientras que la tortura y las detenciones arbitrarias son también frecuentes. De acuerdo con los datos de esta institución, los arrestos arbitrarios no han cesado. El documento cita un intento de agresión que sufrió la hija de Aminatou Haidar, de 16 años, a la que unos marroquíes amenazaron con un cuchillo. Y concluye, instando a la creación de un mecanismo de vigilancia de los derechos humanos en el territorio. El informe llega al Gobierno marroquí cuando éste muestra cierto nerviosismo ante la manifestación prevista para el domingo. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), una de las convocantes de la marcha, ofreció una rueda de prensa en la que abogó por un cambio en el Gobierno del país.



Tampoco Argelia, el país más poblado y rico del Magreb, ha estado ajeno a las revueltas. A comienzo de enero, cientos de jóvenes se enfrentaron violentamente a las fuerzas del orden.


Andel-aziz Buteflika es presidente argelino desde 1999, pero son los militares los que dirigen el país desde que un golpe de Estado abolió la victoria electoral islamista, en enero de 1992. El régimen, que contó con el maná petrolero para enfrentarse a las reivindicaciones sociales, sabe que simples medidas económicas ya no son suficientes. Por eso anunció el fin [en un futuro próximo] del estado de emergencia. Pero los argelinos siguen reclamando cada vez más libertades y democracia. Además, en Argelia, “las desigualdades sociales son muy grandes”, según Amel Boubekeur, especialista del Magreb, quien teme que el Ejército lleve a cabo “una represión brutal”. El 31,4 % de su población corresponde a jóvenes entre 14y 21 años de edad, el más alto porcentaje entre los países árabes de la zona. A diferencia de Túnez, el Ejército “no ha sido marginado por las autoridades, sino que participa en el proceso de decisión política” y no dudará en usar la fuerza. El viernes pasado, cientos de policías trataron de impedir que los manifestantes iniciasen una marcha en demanda de reformas en el poder. La policía argelina intentó dispersar a los congregados para que no alcanzasen la Plaza del Primero de Mayo, centro de Argel. Los manifestantes gritaron consignas como “Poder asesino”, “Abajo la opresión” y otras contra el régimen y el presidente argelino, Abdelaziz Buteflika. Ali Yahia Abdenur, de 91 años, presidente de honor de la Liga Argelina de Derechos que convocó la manifestación, sí consiguió llegar a las inmediaciones de la plaza que estaba tomada, según él, por unos 40.000 policías. La presencia policial se dobló respecto al ya impresionante dispositivo del pasado sábado. Además decenas de jóvenes pagados por las autoridades intentaron provocar disturbios violentos entre los manifestantes.


Gadafi, en un discurso en Trípoli, el pasado martes.


Luego le tocó el turno al todopoderoso coronel Gadafi, férreo dictador de Libia de 68años que lleva 42 años al frente de su país, el más rico del Magreb gracias a sus grandes reservas de gas y petróleo, quien no se liberó de los gritos de los manifestantes: “El pueblo quiere la caída del régimen”, “Gadafi es el enemigo de Alá”. Y tuvo que oír eslóganes parecidos a los que egipcios y tunecinos lanzaron contra Ben Alí y Mubarak, acabando con ellos. Pero Gadafi no estaba dispuesto a marcharse, ni por las buenas, ni por las malas, y mandó a sus fuerzas de seguridad, cargadas de gases lacrimógenos y de cañones de agua, contra los manifestantes. Miles de ellos se enfrentaron con las fuerzas policiales en la ciudad de Bengasi, la segunda del país, al este de Trípoli. Y, durante los últimos tres días de protesta mataron a 84 personas en varias ciudades del país, en demanda de un cambio político, según el último comunicado de Human Rights Watch (RHW). En el “Día de la Ira” se contabilizan 38 heridos y nueve personas muertas. La censura impidió las fotografías de las protestas, aunque sí se pudieron ver en Internet unos vídeos de la revuelta. “No fue la primera manifestación contra Gadafi –comenta Hasni Abidi, director del Centro de Estudios y de Investigación sobre le Mundo Árabe y Mediterráneo de Ginebra–, pero sí fue la primera vez que se pidió a gritos que se fuera. Lo que acabaBA de pasar en Bengasi demostraba que es posible gritar contra Gadafi. Y hay que decir ‘bravo’ a esos manifestantes, porque no es nada fácil oponerse al régimen”.Todo empieza cuando familiares de presos muertos, en 1996, en la cárcel de Abu Salim, en Trípoli, acuden el martes a la comisaría de Bengasi para exigir la liberación del abogado y coordinador de su movimiento, Fathi Tarbel. El Gobierno cede y Tarbel es liberado, pero centenares de personas se concentran frente a la comisaría y corean hasta la madrugada consignas contra el régimen. La televisión oficial sólo muestra imágenes de partidarios, entre ellos escolares, de Gadafi.


Un partidario de Muamar Gadafi, alza la pancarta del dictador de Libia para respaldar al régimen.

Según el analista Abidi, el régimen tuvo miedo: “La propaganda ensalza cada vez más las obras de Gadafi. Él se ha reunido con los jefes tribales, para asegurarse su respaldo. Esto significa que tiene algo de miedo”. El coronel también recibe personalmente, a principios de mes, a algunos activistas y periodistas de la oposición. Y libera a 110 reos islamistas. Abidi da a entender que el próximo dictador en buscarse un palacio en el exilio podría ser Gadafi. No será, sin embargo, nada fácil. Libia suele ser considerada como la Corea del Norte de África: un país cerrado, con los medios de comunicación bajo un férreo control y con una Policía Secreta que sólo obedece a Gadafi. Varios activistas son detenidos en el “Día de la Ira” contra el régimen, entre ellos Yamal al Hayi, ex preso político y uno de los impulsores, en Facebook, de las manifestaciones a favor de la democracia en Libia. “Desde cada plaza de nuestro amado país –dice un mensaje de un usuario–, la gente debería unirse en una ciudad y una plaza para hacer temer a este régimen y sus seguidores, y forzarlos a huir porque son unos cobardes”. “Ganaremos o moriremos”, asumen otros, recordando la victoria de los manifestantes tunecinos y egipcios. Por el contrario, la cadena catarí informa de que centenares de partidarios de Gadafi se concentran también en la capital Libia, en apoyo de su régimen. Aunque algunos libios se quejan del paro, la desigualdad y los límites a las libertades políticas, los analistas consultados ven improbable una revuelta al estilo egipcio porque el Gobierno puede hacer uso de los ingresos petrolíferos para suavizar la mayoría de los problemas sociales. Un comunicado de Human Rights Watch dice: "En un momento en que los pueblos reclaman sus derechos, desde Túnez a Egipto, de Bahrein a Irán, el Gobierno libio responde de manera totalmente equivocada [...] Gadafi debería aprender de sus vecinos que la estabilidad tiene que incluir el respeto por las protestas pacíficas”.


Seguidores de Gadafi muestran imágenes del dictador en una manifestación progubernamental, en Trípoli.


Pero miles de libios se echan el jueves a la calle para pedir a gritos un cambio de la dictadura más antigua de África y son brutalmente reprimidos. Desde los tejados y desde helicópteros, francotiradores de la Policía disparan indiscriminadamente. Corre la sangre en Baida y se desbordan los hospitales en Bengasi. “Ni en Túnez ni en Egipto –asegura un vencido de Trípoli– cayó tanta gente en tan poco tiempo como en Libia desde el martes por la noche”. La Televisión y radios oficiales ignoran las manifestaciones de la oposición y muestran profusamente las de los leales a Gadafi. Cientos de sus leales salen a la calle con sus retratos y con la lección bien aprendida. Gritan como desaforados: “Sacrificamos nuestra sangre y nuestras almas por ti, nuestro líder”. Y arremeten contra Al Yazira, la televisión vía satélite, a la que tachan de “despreciable”. Lo que demuestra su desaprobación de la revolución de Túnez y su miedo al contagio. Y que Gadafi sigue dispuesto a gobernar con mano de hierro el país más rico del África.


Yemeníes gritando lemas y portando banderas y pancartas durante una de las cuatro concentraciones convocadas en distintos puntos de la capital.


Del otro lado del canal de Suez, al sur de la península de Arabia, se levanta La República de Yemen, un país de Oriente Próximo, situado en el Mashreq, rodeado por el mar Arábigo, el golfo de Adén y el mar Rojo. Comparte fronteras con Omán y Arabia Saudita. El régimen del presidente Alí Abdalá Saleh, ya amenazado por ataques de una milicia chií en el norte y grupos secesionistas en el sur del país, se enfrenta ahora a violentas luchas entre sus seguidores y fuerzas de la oposición, que llevan desde el 27 de enero reclamando la caída del dictador. El jueves, una persona fallece en Adén, donde han perdido la vida otros dos manifestantes y al menos 40 resultan heridos en Saná, la capital. Unas quinientas personas salen a desfilar. “El pueblo reclama la caída del régimen”, corean, desafiantes, contra Saleh. Pero miembros del Congreso Popular General, el partido del presidente, armados con dagas y palos, los atacan en su punto de partida, el campus universitario. Los manifestantes consiguen, sin embargo, llegar hasta los alrededores de la residencia del vicepresidente. Las fuerzas de seguridad optan por disparar al aire para dispersarlos. “Queremos que Barack Obama se lleve a Saleh y lo encierre en un hotel de Estados Unidos”, dicen unos jóvenes. Pero Saleh es considerado por la Casa Blanca como un aliado en una zona inestable. Desde su reunificación, Yemen jamás ha sido un país controlado del todo por las autoridades de Saná y el actual presidente se postula como un firme enemigo de Al Qaeda para conseguir el respaldo de Occidente. Yemen es una de las naciones de la región que más riesgos corre en caso de una grave desestabilización política. “Oh, Alí, vete, vete”, es uno de los lemas más coreados por los opositores. “Nuestra demanda es clara: queremos cambios”, gritan los manifestantes. Pero, centenares de partidarios del presidente yemení disuelven con armas blancas y bastones la marcha de la oposición en el centro de Saná. La embestida de los seguidores del mandatario tiene lugar cuando, alrededor de 2.000 manifestantes de la oposición yemení que habían iniciado su marcha en la Universidad de Saná, se aproximan a la Plaza Tahrir (Plaza de la Liberación), del mismo nombre que la egipcia. Allí se encuentran unos 5.000 partidarios del régimen de Saleh, celebrando un mitin de apoyo al mandatario y son atacados por los mismos.


Yemen. Manifestantes pro y contra el Gobierno se enfrentan, en una calle de Saná.


“Vamos a luchar contra el presidente Alí Abdalá Saleh hasta que logremos que se vaya –asegura un coordinador de la protesta estudiantil en la Universidad de Saná cuando los estudiantes son dispersados por somatenes, armados de palos y piedras. La revuelta de Túnez le empujó en su movilización. “Lo que ocurrió allí rompió la apatía política en la que estamos sumidos. Nos dimos cuenta que la juventud puede unir un país y tomar las riendas de su futuro. Nuestro objetivo está claro: Acabar con el régimen del presidente Saleh”. Recurren a los mensajes de móviles y a los pasquines. Tienen una página en Facebook pero sobre todo utilizan los SMS. “Nuestro plan es una manifestación diaria y también nos gustaría hacer una sentada permanente, al estilo de la que hicieron en la Plaza de Tahrir, de El Cairo, pero, por ahora, no tenemos suficiente gente para la rotación”. Los estudiantes están dispuestos a resistir. “Queremos demostrar a los partidos políticos, a la población y al régimen que estamos en la primera línea de fuego y que, una vez que se da el primer paso, no es tan fácil”.


Manifestación de mujeres contra el Gobierno de Bahréin.


La Policía del Reino de Bahréin (Golfo Pérsico), integrado por un archipiélago de treinta y tres islas con una gran importancia estratégica, aplasta a sangre y fuego la revuelta de los chiíes. Sucede el jueves, cuando el régimen del rey, Hamad bin Isa al Jalifa, que acoge la V Flota de la Marina de Estados Unidos, envía al Ejército para desalojar la Plaza de la Perla, en el centro de Manama. Un millar de personas querían convertirla en su plaza Tahrir, como en El Cairo. Columnas de vehículos policiales y blindados del Ejército recorren las principales arterias de la ciudad, mientras helicópteros Apache sobrevuelan la plaza. La represión es brutal. A las tres de la madrugada, sin previo aviso, decenas de blindados irrumpen en la plaza arrollándolo todo a su paso. Hay cerca de tres cientos heridos por los disparos de los militares y seis muertos. “El objetivo de los que tomaron la decisión de atacar era matar. Es terrorismo puro”, dice Abdul Dyalil Jalil, diputado del partido Wifaq, principal fuerza de oposición al régimen y de confesión chií. “Quizá estemos ante el principio de una nueva intifada en Bahrein”, analiza Laurence Louer, especialista de los movimientos chiíes en el Golfo Pérsico. Pero no es la primera vez que los chiíes exigen cambios en un país marcado por grandes diferencias sociales y cuyas reservas de petróleo ya no son suficientes para “comprar” la paz social. Las imágenes enviadas por las organizaciones de derechos humanos en Bahrein muestran el violento ataque contra hombres, mujeres y niños. “La gente llega con heridas en la cabeza, hay fuego real, estamos desbordados –explica un médico a Al Yazira. “Utilizaron munición real, gas lacrimógeno, balas de caucho...”, confirma un testigo ileso. “La represión no me sorprende para nada. Porque el poder siempre ha actuado así”, recuerda Louer. Y supone un nuevo desafío para la diplomacia estadounidense, que siempre ha tenido en Bahréin un estrecho aliado pero que, ante los nuevos acontecimientos, tendrá que dar una respuesta que puede variar sustancialmente su relación con el reino árabe.


Manifestantes antigubernamentales acompañan, en Manama (Bahrein), a uno de los heridos en el ataque de las fuerzas de seguridad.


El rey es la máxima autoridad del Estado y sus familiares ostentan los mayores cargos políticos y militares. El reino tiene una población de 1.234.600 habitantes según datos de la ONU. La capital es Manama y la lengua principal es el árabe. La riqueza del país reside en el petróleo y según el Banco Mundial, la renta per cápita anual asciende a 25.420 dólares (unos 18.800 euros). El monarca promulgó una nueva Constitución y organizó elecciones legislativas. Bahrein se había convertido, según la Casa Blanca, en “el modelo árabe de democracia en Oriente Medio”. Pero el problema, subraya Fatiha Dazi-Héni, autora de un ensayo sobre las monarquías de la Península Arábiga, era y sigue siendo laboral. Las principales víctimas de ese sistema son los chiíes. “Los empresarios prefieren contratar siempre a un suní antes que a un chií”, dice Laurence Louer. Además, las autoridades llevan varios años practicando una política de nacionalización de extranjeros zuñes, iraquíes, jordanos y sirios para cambiar el equilibrio demográfico. De las autoridades llegan dos reacciones aparentemente contradictorias: mientras el Ejército anuncia en la televisión estatal que “las Fuerzas de Seguridad tomarán todas las medidas estrictas y disuasorias necesarias para preservar la seguridad y el orden general”, el Gobierno asegura que está “dispuesto a conversar” con la oposición sobre posibles reformas políticas, aunque “eso lleva tiempo”. Los manifestantes de la Plaza de la Perla exigen reformas sociales, económicas y políticas, puesto que el monarca suní sigue siendo todopoderoso en el país, con un primer ministro nombrado por él. “El rey no aceptará jamás ser una figura representativa”, dice Louer. Ahmed Makki Abu Taki, hermano de una de las víctimas de la represión, declaraba el viernes pasado: “Antes pedíamos la dimisión del primer ministro, pero ahora exigimos que la familia real se vaya”. Y el príncipe heredero de Bahrein pide que todos vuelvan a sus casas y promete dialogar con la oposición tan pronto como concluyan las protestas. Pero Casem, el más respetado clérigo de Bahréin califica de “matanza” la actuación policial.


En su blog del pasado martes, Qaesar titula: “La revolución de las pantallas”. Y nos recuerda: “En enero, fue Túnez. En febrero, Egipto... El mundo árabe está viviendo una revolución que rompe con lo antiguo. Una revolución que empezó en los teclados, en los móviles, en las redes sociales. Una revolución nacida en las pantallas, que se transformaron en ventanas por donde se veía el resto del mundo. Ha sido, está siendo, una revolución que ha saltado de las pantallas para rodar por dunas y desiertos, para inundar calles y cafés, zocos y avenidas sembradas de palmeras. Los panfletos, las octavillas, han dado paso a los sms, los móviles, y a los twiteos rotundos de las redes sociales. Una revolución que ha traspasado las pantallas virtuales para ocupar las plazas, llenándolas de rabia, de esperanza, de gritos y cánticos, de risas y lágrimas... de dignidad. A través de sus teclados, a través de sus ventanas, se han conectado con el resto del mundo, a la vez que se desconectaban de sus tiranos, de sus gobiernos, de sus políticos. Con sus pantallas, han roto fronteras, han roto distancias, han roto prejuicios. Una revolución que derrumba tiranos y levanta plazas”.


Y de la revuelta de los jóvenes árabes, pasamos al humor de la vieja Europa que los observa cómodamente sentada y con su sonrisa en los labios. Humor Revolution Arabe, Humor The Mideast Call to Prayer, Humor Yemen, Humor Malagón y Humor de Medina sobre ARCO.






Manel Fontdevila nos dibuja: Action Comics, 40 millones, La educación, Su camino habitual y Tierra de las flores, de la luz y del amor…







Territorio Vergara presenta: Como dice el refrán, Pesadilla en Villa Certosa, Una vez más, la Gürtel, Cajas de Ahorro y Tú más.







Y Pep Roig: Paranoia, Arqueología social, Alosuyo, Popolítica y Coge el dinero y…







Terminamos con cinco videos cortos sobre la actualidad. El primero trata de un anuncio sobre el domingo 20 de febrero en el que los marroquíes están llamados a protestar en la calle contra la “hogra”, expresión árabe para describir la humillación a la que someten los poderes públicos a los ciudadanos. El vídeo de Youtube llama a la movilización y ha alcanzado una gran repercusión. “Soy marroquí –repiten los quince personajes en un comienzo idéntico– y saldré el 20 de febrero por un Marruecos mejor y sin hogra…, para que los enfermos puedan acceder a los hospitales y obtengan cuidados médicos sin que sea necesario tener enchufe…, para que sean juzgados los ladrones que han destrozado el país…, para lograr una Constitución popular y democrática, mas justicia, más democracia, un mejor sistema sanitario, una vivienda digna…”. En definitiva, trata de dar “una sola voz al pueblo”.












La policía de Bahréin pone fin a las protestas pacíficsa en la rotonda de Lulu, provocando una lluvia de bombas lacrimógenas.

El siguiente, es una parodia del programa de derechas de Intereconomía, en el que se muestran unos presentadores en y fuera de programa.

El último es científico y recoge, a cámara lenta, el clásico gesto de los roedores. En él podemos comprobar cómo Alex se frota el morro.