sábado, 1 de junio de 2013

El submarino español que se sumerge, pero no emerge.


 Maqueta del S-80.
 
 
El Ministerio de Defensa ha encargado un submarino diseñado como el más moderno del mundo y con un coste de 2.200 millones de euros. Pero el S-80, que así se llama, tiene un grave fallo: se sumerge, pero no puede emerger. No hay comentarios oficiales sobre este extraño submarino hasta que aparezca un diagnóstico claro del problema, de su solución y de cómo afecta al calendario del programa, según asegura un portavoz oficial de Defensa al diario español 'El Economista'. Sin embargo el diario, haciendo referencia a fuentes expertas en el sector, detalla que este tipo de retrasos no es algo excepcional en los programas de lanzamiento y que la demora de la entrega del primer S-80 a la Armada española incluso beneficia a las arcas del Estado. 

La explicación es muy simple. Hasta que no reciba la primera unidad, el pago de este submarino no computa como déficit. Con lo cual, se retrasaría uno o dos años un elevado importe que se sumará a la ya maltrecha contabilidad nacional. El primer prototipo supone, eso sí, un desembolso de más de 500 millones, importe que debería de computar como déficit en el momento de la entrega. “Lo vergonzoso – comenta Albert Sales, el profesor de Sociología de la Universidad Pompeu Fabra– no es que el aparato en sí funcione o no funcione, sino que un país como España esté sosteniendo un gasto militar totalmente innecesario y un ejército sobredimensionado”. Según cifras oficiales, el presupuesto de España para 2013 estipula 16.492 millones de euros para Defensa. “Estos 16.000 millones de euros –insiste Sales– probablemente podrían paliar muchos de los recortes en gastos sociales. No sé qué tipo de amenaza requiere un ejército sobredimensionado como el español”.

Los defectos de este submarino fueron detectados por los ingenieros de la empresa constructora, Navantia, en Cartagena, al revisar los cálculos. El presidente del comité de empresa defendió el trabajo en la ciudad portuaria, y se ha quejado de las inferencias que han sufrido por parte de personas que no estaban adecuadamente cualificadas. Es decir, que parte del control del proyecto no estaba en sus manos. Ha explicado que, ya en 2005, se denunció que el proceso de trabajo no estaba siendo correcto. Además, hubo mucha improvisación por introducir nuevos elementos que iba pidiendo Defensa.  No obstante, se comenta que Navantia está realmente a la vanguardia de la construcción mundial de submarinos. El S-80 será el submarino convencional (no nuclear) más moderno del mundo, según los ingenieros de la empresa. Gracias a su rompedor sistema de propulsión, no tendrá que emerger cada pocas horas, como los sumergibles convencionales. Ignacio Briones, presidente del comité de empresa, asegura que “ha metido la mano mucha gente sin experiencia, tomando decisiones importantísimas, pero desde la ignorancia... Ha habido dispersión en el control que se debería haber hecho con el proyecto”.                                                                                                                             
El Ministerio recibirá en un plazo de un año los cuatro aparatos con la esperanza de que sean capaces de cumplir su obligación. Mientras tanto, Gaspar Llamazares ha pedido explicaciones en el Congreso, y ha presentado una batería de preguntas a la Mesa, que fueron rechazadas por el tono burlón del diputado. “Si el submarino S-80 está bien de color pero no flota, ¿acabará en el fondo del mar, matarile, rile, rile?”, inquirió el diputado de Izquierda Unida. “¿Podría el Gobierno regalárselo al enemigo para que así podamos ganarle la próxima guerra?”.  El tono de humor de los diputados del PP no estuvo a su altura.

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