martes, 20 de mayo de 2014

Las elecciones de la “omertá”.

 
En la retaguardia, Rajoy y Rubalcaba ya han conversado sobre este particular en alguna de sus charlas telefónicas, mucho más frecuentes e intensas de lo que algunas versiones sugieren. “La corrupción es corrososiva –escribe en Vozpópuli José Alejandro Vara, bajo el título ‘Las elecciones de la 'omertá': (pacto de silencio PP-PSOE para ocultar la corrupción’)–, alimenta el escepticismo, enloda no sólo a la clase política sino a todo el statu quo. Es un elemento desestabilizador. PP y PSOE, las dos formaciones mayoritarias que hace 35 años establecieron las bases de nuestro actual sistema, pretenden ahora paliar sus nocivos efectos. Ambos partidos comparten escándalos y responsabilidades. Amén de preocupaciones. Y, con la llegada a las urnas, algunos protagonistas o acontecimientos recalcitrantes se han caído de la actualidad política. En mítines o debates, apenas salen a colación referentes tan 'familiares' para la opinión pública como Bárcenas, Gürtel, ERE andaluces, financiación en B, sobresueldos... Soraya Rodríguez, habitualmente algo despistada, se saltó el terreno acotado, ignoró el pacto de silencio. Pero el propósito de los jerifaltes del PP es que no vuelva a ocurrir.  Nuevos episodios de corrupción engrosaron, en la precampaña, el nutrido inventario de los escándalos. Los sobrecostes de Adif en la construcción del AVE a Barcelona, con el estrambote de detenciones de altos técnicos de Fomento; los falsos cursos de formación de Málaga; una variante manchega de Filesa; un presunto soborno a Marcelino Iglesias, expresidente de la comunidad aragonesa... Los medios informativos dejan constancia de las novedades pero, ahora, apenas encuentran un hueco en el debate político, el mítin o el discurso. PP y PSOE, súbita e inopinadamente, se han olvidado de mencionar estos 'affaires' que hasta hace unos meses monopolizaban el día a día de la contienda política. De la corrupción no se habla, es un hecho constatado. La desafección de los votantes, el fantasma de la gran abstención, el desapego hacia la clase política, el desprecio por las actuales estructuras de nuestra peculiar democracia producen inquietud en los dos grandes partidos. De ahí el pacto Rajoy-Rubalcaba, y su determinación de congelar y ocultar en paralelo, los reproches y las acusaciones mutuas. Este pacto de silencio ha dado paso a una especie mucho menos contrastada pero que circula en forma vertiginosa. La del vaporoso preacuerdo alcanzado entre los dos líderes para suscribir un acuerdo de Gobierno al estilo de Merkel y los socialdemócrartas en Alemania. Llegado el momento y ante una situación de debilidad institucional, esta posibilidad sería una opción muy bien vista tanto en determinados despachos empresariales, en algunas embajadas e incluso en el propio Palacio de la Zarzuela. ¿Lo uno lleva a lo otro?. La 'omertà' sobre la corrupción puede ser la antesala de la 'gran coalición'. Ni Moncloa ni Ferraz quieren oír hablar de eso. Pero se habla”.

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