miércoles, 24 de agosto de 2016

Dos niñas sirias, ahogadas en el Mediterráneo al volcar su balsa.


Es la historia de un rescate. Sucedió el pasado jueves a unas 20 millas de la costa libia. Fue algo trágico y, a la vez, terriblemente absurdo.  Unos pescadores que faenaban en la zona indicaron la existencia de una barca de madera hundida a unas millas y Proactiva Open Arms se dirigió hacia allí. Llevaban muchas horas navegando y varias en el agua; se ahogaban, ya no podían más. Todos sus destinos habían quedado en manos de unos voluntarios quienes, de no haber estado allí, no hubieran podido salvarlos.  

“De nuevo –cuenta esta ONG de Badalona (Barcelona) dedicada a salvar vidas en el mar–, lo que nos encontramos fue sobrecogedor. Alrededor de la barca hundida más de una veintena de personas luchaba por mantenerse a flote. Una a una, las fuimos subiendo a nuestra embarcación, pero seis de ellas habían desaparecido. Cuatro fueron los cuerpos localizados poco después pero todavía se buscan otros dos. Había niños, mujeres, vidas convertidas en fríos números de una estadística pero que podríamos ser nosotros o nuestras familias, vidas muy valiosas. Víctimas todas de la guerra y de la desidia deliberada de todos los Estados que permiten que sigan muriendo a miles en el mismo mar que baña nuestras costas. Si esta semana la imagen del niño sirio, Omran Daqneesh, centraba el foco en las víctimas infantiles de Alepo, dos pequeñas sirias, de 5 años y 8 meses, se unen a una cifra de muertes en el Mediterráneo que no deja de crecer”.

El bote, “pequeño y de madera”, que transportaba a ocho familias de nacionalidad siria, volcó a unas 22 millas náuticas de la costa libia, según informa la Estación de Ayuda Costera a Migrantes (MOAS). Los 21 refugiados supervivientes fueron atendidos por la ONG española Proactiva Open Arms, que fue advertida por unos pescadores que faenaban en la zona. “Llevaban muchas horas navegando y varias en el agua, se ahogaban, no podían más”, relata la organización. “Tras el acuerdo migratorio entre la Unión Europea y Turquía –escribe Alicia Alamillos en ABC Internacional–, decenas de familias sirias eligen la ruta del Mediterráneo Central, una de las más peligrosas, como el camino para escapar de la guerra. Sólo el martes, 16, más de 500 personas fueron rescatadas en su ruta de Libia a Italia, normalmente en pequeños botes de madera o lanchas de plástico. El caos libio favorece la proliferación de mafias de tráfico de personas, que organizan viajes de unas cinco horas hasta Europa para inmigrantes y refugiados subsaharianos, pero también sirios. Cada trayecto puede llegar a costar unos 2.000 euros, aunque los precios varían según la peligrosidad: cuanto más atestado el bote, o si se trata de una lancha de plástico, más barato. Una situación de la que ha tomado parte Daesh, que secuestra o exige un pasaje a los refugiados que cruzan sus zonas de control, según diversos informes y testimonios de refugiados.

“El destino de estas niñas sirias, ahogadas en el Mediterráneo, recuerda al del pequeño Aylan Kurdi, cuyo cuerpo fue encontrado varado en una playa turca el pasado mes de septiembre. Su fotografía atrajo la atención internacional sobre el drama de las víctimas más pequeñas de la guerra. Esta misma semana, la imagen de otro niño, Omran Daqneesh, rescatado de un bombardeo, confuso y herido en una ambulancia de los Cascos Blancos sirios de Alepo, ha acaparado portadas internacionales. Miles de niños son víctimas de la guerra en Siria, tanto si se van, como Aylan, como si se quedan, como Daqneesh”.

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