sábado, 16 de septiembre de 2017

El Gobierno otorga la Cruz del Mérito Policial al Cristo de la Buena Muerte.

El Cristo de la Buena Muerte.

España, según la Constitución, es un Estado aconfesional, aunque cuesta creerlo cuando se escucha a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, agradecer la “salida de la crisis” a la Virgen del Rocío, o al ex ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, hablar de Marcelo, su ángel de la guarda. Y es “muy difícil creer en la aconfesionalidad del Estado cuando –como asegura Diariocrítico– se otorgan todo tipo de condecoraciones y distinciones oficiales al santoral católico o cuando es el alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi' quien hace lo propio con la Virgen del Rosario”. De esta forma, en 2014, Europa Laica denunciaba el a la sazón Ministro del Interior, Fernández Díaz, por la concesión de la Medalla al Mérito Policial a la Virgen del Amor. Y su predecesor en el cargo, Juan Ignacio Zoido, optaba por seguir sus pasos con la concesión de la Cruz al Mérito Policial a la cofradía del Cristo de la Buena Muerte.

La Ley de 1964 que regula la concesión de medallas en la Policía señala que un civil podrá recibir tal condecoración si ha protagonizado “cualquier hecho que evidencia un alto sentido del patriotismo o de la lealtad con prestigio para la Corporación o utilidad para el servicio”; si “ha sobresalido en su empleo o cargo y eso ha redundado también en beneficio de la Policía; o si se ha distinguido “de cualquier modo no previsto” con las citadas consecuencias. ¿Cuáles de estos requisitos se han cumplido? El Gobierno se ha limitado a responder que “al ser una potestad de la Administración con carácter discrecional, no ha existido irracionalidad o arbitrariedad en la concesión de la misma”. Pero su explicación no a convencido a casi nadie.

Para Carles Mulet, senador de Compromís, esta condecoración atenta contra la misma de concesión de medallas de mérito policial. “Desgraciadamente, a pesar de existir civiles ejemplares, que se han esforzado por el beneficio común de la sociedad, tenemos una panda de ministros de Interior que condecoran vírgenes y cristos. Estos actos, en un estado aconfesional y moderno, son absurdos, ridículos y atentan contra el propio espíritu constitucional y lo que nos responden es poco más que, al ser una potestad discrecional, hacen con estas condecoraciones lo que les da la gana”.

Según Mulet, “el integrismo religioso y el radicalismo nacional-católico del PP, se ha dedicado a imponer su visión de los años 40 a una sociedad como la actual. Las creencias religiosas son todas respetables mientras respeten los derechos humanos, la igualdad y la legislación en vigor, y los ministros pueden actuar como ultras del OPUS en su tiempo libre, como ciudadanos, pero no como cargos públicos. Imponer medallas policiales a figuras religiosas es propio de otro tipo de regímenes”.

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