sábado, 14 de octubre de 2017

La Iglesia española, dividida ante el desafío independentista.

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, junto a obispos catalanes el día de Sant Jordi.

Saenz de Santamaría se entrevista con el Secretario de Estado, Pietro Parolin. El Vaticano cree que sobre Cataluña deben decidir 'todos los españoles'.

El desafío independentista en Cataluña ha golpeado de lleno a la Iglesia Católica de España y la ha colocado en el debate público, para unos como un posible mediador en el conflicto o, para otros, como una pata más del independentismo. “Por un lado –escribe  Alejandro Godoy en ElPlural.com–, hemos encontrado en los últimos días a los más altos exponentes de la Iglesia en España ser nombrados por políticos como aceptables mediadores. Es el caso del arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, el cual desmintió su supuesto ofrecimiento, pero no negó que acudiese a una reunión en el Palacio de La Moncloa con Mariano Rajoy y con su homólogo en Barcelona, Juan José Omella. El arzobispo de Barcelona, por su lado, también ha tenido contactos con el gobierno de la Generalitat, así como el abad del Monasterio de Montserrat, ambos señalados también como posibles mediadores. El problema es que, por otro lado, encontramos sectores de la Iglesia que, por así decirlo, se han ‘salido del tiesto’ marcado por la Conferencia Episcopal hace una semana, cuando su portavoz, Ricardo Blázquez, recordaba las palabras del papa Francisco en las que pidió trabajar por ‘una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, con memoria y sin exclusiones’. Este mensaje no pareció llegar a oídos del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, el cual afirmó el 2 de octubre en una homilía en la mezquita catedral que ‘la patria está en peligro’ a la vista de los acontecimientos de Cataluña, así como que el ‘sentimiento patriótico no solo es propio de facciones o partidos políticos, sino que brota del cuarto mandamiento de la Ley de Dios (honrarás a tu padre y a tu madre), que nos manda el respeto a los padres e incluye obligaciones con la patria y sus legítimas autoridades’.

Pero, el mismo día de la homilía de Fernández, su compañero de Girona, condenaba mediante un comunicado “la violencia que sufre el pueblo de Cataluña”, en alusión a lo ocurrido durante el 1-O, y criticaba “el trato sufrido por muchos ciudadanos que quisieron expresar libre y pacíficamente su opinión”. Días antes, el obispo de Solsona, Xavier Novell, publicó en la Glosa dominical una carta en la que aseguraba que, si el domingo había “urnas, yo iré a votar”. Por otra parte, es notorio el manifiesto de más de 400 sacerdotes catalanes que invitaban a “votar en conciencia”, y la carta firmada por una docena de entidades católicas que mostraban su “apoyo a las instituciones catalanas, así como los conventos benedictinos y cistercienses, en un histórico comunicado conjunto, criticando el uso de la fuerza y la vulneración de los derechos del gobierno y del pueblo catalán’. Igualmente, se comentan positivamente comportamientos más llamativos, como el del sacerdote de Santa María de Vila-Rodona que dejó hacer el recuento de papeletas del 1-O dentro de la iglesia mientras él dirigía un rezo, algo que le valió las críticas de otros compañeros, incluso dentro de Cataluña.

Por otra parte, el papa Francisco, a través del embajador de España en el Vaticano, Gerardo Bugallo, ha transmitido que la Iglesia “no reconoce movimientos secesionistas” o de autodeterminación que no son resultados de una descolonización. La Iglesia Católica siempre ha sido una figura a la que se ha mirado en mitad de crisis nacionales y en el caso de España es uno de los más llamativos. Sobre todo, al contar aún con un gran poder de movilización.

No hay comentarios: